Felicidad

Hoy recordé la última vez que sonreí mientras besaba y no sólo descubrí que no lo hacía a menudo sino que también, mis únicos besos plenos en alegría habían sido con Él, aquel hombre que tanto me ha costado sacar de mi corazón y es entonces que me doy cuenta que el amor es a veces así, te ofrece instantes fugaces de emoción contenida, que explotan con tan sólo una sonrisa, una caricia.

Él era todo lo que anhelaba y cuando al fin nuestros labios se unieron no por un encuentro fortuito sino porque al fin creía que llegaba nuestro feliz inicio, no pude esconder en forma de compostura la manera en que enloquecía cada nervio de mi ser, por estar a lado suyo, contemplándolo bajo la esperanza que a partir de ese instante simplemente todo funcionaría y toda la tempestad hasta entonces vivida, simplemente desaparecería... Pero no fue así...

La felicidad no es algo que podamos tener almacenado en un cajón y tenerla asegurada por siempre, la felicidad tampoco puede ser racionada de tal forma que cada día sea explosivamente cautivador, porque aún no aprendemos a dejar de aferrarnos a dejar nuestra felicidad en manos de otras personas, en la presencia o ausencia de ellas, a pesar que todos nuestros esfuerzos y declaraciones en voz alta dicten lo contrario.

Pero también es cierto que nosotros somos los benhechores de nuestra propia felicidad. Esas veces en que me enfrasco tanto en comparar mi felicidad con la de otros y que mi tez se torna levemente verde de la envidia y esa opresión en mi pecho se profundiza sin medida, es que una voz en el fondo de mi mente comienza a intensificarse y el velo que me había puesto en los ojos empieza a caer lentamente, es entonces que veo a mis padres, a mis hermanos, a los seres que más amo, los contemplo saludables con toda una vida por delante y veo mi reflejo en el espejo, aún joven y lleno de oportunidades y descubro que el mundo no se estaba acabando como pensaba, sino que sólo tú y nadie más que tu misma te puedes ofrecer la oportunidad de ser la persona más feliz del planeta tierra o simplemente hundirte en un pozo sin fin, aún no tienes a aquellas persona que anhelas pero sientes esa pequeña espinita que te dice que aún te faltan millón cosas por vivir y que si no fue, tal vez será o tal vez nos esperan personas que serán igual de amadas por nosotros y mucho más atesorados porque logramos aprender de nuestros errores y ahí una vez más contemplaremos ese espacio de felicidad infinita encerrada tal vez en un mágico beso o tal vez en la mirada cautivadora de un mañana lleno de esperanza.