Dejar ir...
Un amigo muy cercano me dijo una vez, el mayor problema de estar enamorado, o al menos creer que lo estás, es que todo tu mundo empieza a girar en torno a esa persona que dices amar. Tu felicidad máxima y tu tristeza extrema son condicionadas por las acciones o falta de ellas, que tu amado te otorga.
Su consejo fue "no te enamores" y hasta ahora no creo haberlo hecho, sin embargo sí he llegado a sentir esa felicidad máxima y esa tristeza extrema, pero aún no me atrevo a decir que amé a la persona que generó en mí ese tipo de respuestas.
Aún me niego a aceptar que tal vez tuve un amor, pero un amor que dejó en mí marcas negras, como dice una canción de Andrés Cepeda, un amor que no fue, ni será, un amor que estuvo en mis manos un pequeño instante pero que dejó en su paso risas y desconsuelo, un amor que es absurdo etiquetarlo como tal, un amor que anhelo pero que no es anhelado por la otra parte.
Y es ahí que pienso, que tal vez no se debe llamar amor, sino capricho, un capricho provocado por la angustia de no poder tener lo que quieres y por esa razón aferrarte más a él, un capricho que deberé dejar ir para poder alcanzar la felicidad, porque aunque no considero que el amar sea perfecto sino que tiene su perfecta imperfección latente en cada parte de él, este dolor que ha provocado a costa de escazos momentos de felicidad no me parece para nada justo y seguirá marcado en mi ser como un capricho y nada más.
El segundo consejo de mi amigo y que sinceramente es que el comparto fue "agradécele a esa persona por cada instante de alegría que te regaló, te hizo feliz así sea por un minuto, pero fue un minuto de felicidad pura gracias a esa persona"
Te lo agradezco, algún día tal vez me leas y sepas que esto fue por ti, te agradezco cada minuto de felicidad que pasé a tu lado y lo atesoraré, pero ya llegó el momento de avanzar, de tomar el coraje necesario; de sacar esas imágenes, de la que era mi persona favorita, de mi cabeza y entender que la vida no es un cuento de hadas, pero que no por ello no merezco tener algo muy especial que se asemeje en lo posible.
Y es hora de decir adios, capricho o no, amor o no, él y yo merecemos ser felices y aunque la felicidad no la encontramos juntos, ya vendrá quien nos haga sentir lo más importante de este mundo.